Seguramante ya conocéis a Ángeles Sánchez pero aún así estoy segura de que será tan placentero releer esto como descubrirlo.
Además de enhebrar palabras sabe pintar el tiempo.
Se reconocieron el otoño del noventa y ocho. Pero cada uno vivía en años diferentes. El, tres años más allá. Ella, cinco más acá.
Cuando sus manos se rozaron como el fugitivo baile de las hojas de un roble entristecido, con calma y ternura, se declararon un extraño amor.
Él la llenó de atardeceres con palabras de un futuro casi sin presente, y ella le compuso poemas huérfanos y cojos. Tal era su miedo que se fue sin decir adiós.
Pasaron tres inviernos, cinco veranos y siete primaveras sin saber el uno del otro.
Pero la mente es un lugar donde el tiempo trascurre de otra manera, dejando el poso de los recuerdos en la taza del olvido. Y allí, sin saberlo, cada uno vivía esa historia compartida.
Con el tiempo, ella llegó a oler el perfume de las palabras y le escribió una breve carta. Regresó sediento hasta su lado, implorando luchar por un amor desacompasado. Ella accedió desde un corazón lleno de rejas, que él deshizo base de paciencia.
Y se puede decir que durante este tiempo se amaron exiliados por un tiempo que jamás llegó, en una vida en malva.
Con los años, las palabras se fueron deshaciendo en lágrimas, y él cerró el libro donde habitaban como dos seres de otro tiempo en busca de una isla donde vivir su naufragio.
Pero el tiempo es un río donde los colores mudan en cada estación, y él, decidió esperarla en secreto. Subido al campanario tratando de detener las campanas que tocaban cada hora, pasó dos años con sus días, sin sus noches.
Una tarde de otoño, creyó verla entre el tumulto de la plaza, caminando mientras miraba las nubes. Dicen los que transitaban por la plaza, que las campanas crepitaron incansables durante dos días, y que el tiempo, expedito, discurría bajos sus pies en un río de tonos rosados. Todo porque una mujer vestida de blanco había subido al campanario, y descalza, había besado la estatua del tiempo.
Muchas gracias Montse por traer hasta tus huella mis letras, es un honor estar aquí y precioso lo que dices del mundo que cabe en un grano de arena que a su vez, contiene quien sabe cuántos.
ResponderEliminarMuchas gracias, me guardo el enlace para ponerlo en "Arena en otros mundos"
Gracias a ti por ser tan generosa con algo tan hermoso.
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